¿Sabéis cuando lo tienes todo preparado para hacer una cosa y te
sale mal?
¿Cuando, en el último momento, la última pieza que tiene que
encajar falla?
¿Cuándo maldices una y otra vez al chocolate blanco y a lo que
sea que no ha querido encajar en tu puzle mental? (Donde claramente
veías que iba a quedar perfecta)
Pues eso me ha pasado a mi...
Esta entrada no iba a ser una mousse de chocolate, no... Iba a
ser una mousse de kiwi cubierta de ganache de chocolate blanco.
¡Pero al señor chocolate blanco no le ha dado la gana tener
la consistencia adecuada! ¡Y al señor mousse de kiwi, menos
todavía! Así que he pasado de ellos. Literalmente, los he
mandado al cubo de la basura... ¡No quiero malas compañías!
Y para resarcirme de tanto dolor, he llamado a mi querido y amado
chocolate negro, el que nunca me falla, el que me quiere
incondicionalmente...¡Siiii!!! ¡Y yo a él!!!
En este caso, he usado un chocolate con praliné que tenía por
casa. Como ya os digo, ha sido todo un poco improvisado...
¡Pero ha salido una mousse divina, fácil y preciosa!
Vamos con la receta:
Para la base:
- Un paquete de masa brisa fresca. ¡Ole! ¡Viva la vida fácil!.
Forramos un molde redondo con la masa y recortamos con un cuchillo
lo que sobre por los laterales. Pinchamos la base con un tenedor y
cubrimos con legumbres para que la masa no suba.
Metemos en el horno previamente precalentado a 180º unos 10/12
minutos.
Sacamos, dejamos enfriar y retiramos las legumbres.
Para la mousse (del libro de Maryan Keyes "Salvada por los
pasteles"):
- 200 g de chocolate negro (yo usé con praliné, pero podéis
usar el que queráis).
- 4 huevos, yemas y claras por separado.
- 2 cucharadas de azúcar.
- 200 ml de nata fría con más del 35% de materia grasa.
Derretimos el chocolate al baño maría. Dejamos enfriar y le
añadimos las yemas de huevo. Batimos bien. Puede que la mezcla quede un
poco "cuajada". Si veis que está demasiado espesa, añade
una cucharada de agua o incluso dos.
En otro recipiente, batimos las 4 claras de huevo hasta que
empiecen a montarse. Incorporamos el azúcar y seguimos batiendo
hasta dejarlas a punto de nieve. En un tercer bol, batimos la nata
hasta que empiece a montarse (si, otra vez a montar).
Añadimos, poco a poco y con movimientos envolventes, la mezcla de
chocolate a la de nata.
Después, con una cuchara metálica grande, vamos incorporando las
claras a la nata y el chocolate.
Volcamos la mousse sobre la base de masa brisa ya fría y metemos
en la nevera unas 5 o 6 horas.
Para decorar:
- 250 g de queso mascarpone.
- 200 ml de nata fría con más del 35 % de materia grasa.
- Azúcar glas al gusto.
- Cacao en polvo.
Batimos el queso mascarpone con el azúcar glas hasta que esté
todo bien integrado. Sin dejar de batir incorporamos la nata y
seguimos batiendo hasta que monte.
Preparamos una manga pastelera con una boquilla rizada y la
llenamos con la crema mascarpone. Decoramos la tarta.
En un colador grande ponemos dos cucharadas de cacao en polvo y
espolvoreamos sobre la tarta.
¡Y listo! Ya os digo, ¡buenísima y facilísima!
Besazos a mogollón:
Eva.
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